El asalto pedeneísta y cómo resistirlo

Lorenzo Peña

Los pedeneístas (miembros del PDNI, o partido democrático de la nueva izquierda) tienen una estrategia clara: convergencia con el PSOE, unión de lo que ellos llaman `las fuerzas progresistas', `la izquierda', en aras de Bueno, en aras de nada (o quien esto escribe no sabe en aras de qué). Ese es el fin. Los medios son:

  1. Utilizar la prensa, radio y TV borbónicas, que los jalean a bombo y platillo, para lanzar una campaña incesante de ataques contra Julio Anguita y el partido comunista de España;
  2. Rehusar aplicar la disciplina de IU (Izquierda Unida), para votar como el PSOE o, como mínimo, no votar `no' donde el PSOE vote `sí' ni viceversa;
  3. Elogiar constantemente al PSOE como fuerza de izquierda y progresista;
  4. Callar o minimizar los crímenes del PSOE, como: la reconversión; las privatizaciones; el recorte de los derechos laborales --incluso de los obtenidos por los obreros bajo y contra el franquismo; el GAL; la NATO; las autopistas; Maastricht; la corrupción; la financiación del dictador Fujimori; la alianza con Israel; la complicidad con los militares perpetradores de matanzas en Argentina; la guerra contra Irak; el apoyo a las intervenciones imperialistas en Somalia, Albania, Yugoslavia, etc;
  5. Ratificar con un entusiasmo extraordinario su adhesión al gran consenso de las clases dominantes: apoyo a la monarquía borbónica, a la Unión Europea, a la pertenencia de España a la alianza occidental, no-cuestionamiento de la NATO, no-apoyo a la revolución cubana ni a ninguna revolución anticolonialista o antiimperialista;
  6. Aceptación del neoliberalismo (pacto de pensiones, pacto para el abaratamiento del despido, presidencia del Banco de España).

Esa orientación, a pesar de que proclama un propósito de confluir con el PSOE contra el partido popular en el gobierno, en realidad significa confluir con el propio partido popular y con el gobierno de José Mª Aznar en los puntos más importantes: pacto de pensiones, reforma laboral, pacto de estabilidad, economía capitalista, monarquía borbónica, recortes y ajustes contra los pobres, política exterior, etc.

En verdad, pues, no es cierto ni siquiera lo que a veces se dice de que su línea es una alianza con el PSOE para «echar a la derecha» sin haber determinado qué política sea de derechas y qué política sea de izquierdas y, por consiguiente, sin haber precisado qué política alternativa se quiere hacer. No, no es eso. Han precisado perfectamente qué política quieren: Maastricht, mantenimiento de la Presidencia del Banco de España y de su orientación antiobrera, pacto de estabilidad, abaratamiento del despido, recortes a las pensiones, intocabilidad de la monarquía borbónica.

Tampoco es verdad lo que dicen muchos, a saber que los pedeneístas son partidarios de un capitalismo suavizado, dulcificado, humanizado; que son socialdemócratas en el sentido en que lo eran los socialistas suecos de algunos decenios atrás, que introdujeron unos impuestos tremendos sobre los altos ingresos, unas pensiones altas, derechos laborales, zonas peatonales, etc. (Cierto que lo hicieron porque tenían miedo a la influencia comunista y también porque la risueña coyuntura económica permitía a los capitalistas consentir esa reducción de sus ganancias, que a la postre puede que haya resultado incluso beneficiosa para ellos, por la expansión del mercado interno).

No, nuestros pedeneístas lo que quieren y preconizan es la política del neoliberalismo, el capitalismo duro, brutal.

Querríamos, no ya que nos definieran una vez, una vez en la vida, qué entienden por `izquierda' o por `progreso' o `progresismo'. Lo de la definición no se les da. No sabemos si sus inteligencias alcanzan a esa operación. Ni a la de deducir.

No, les pedimos algo muchísimo más modesto: que nos digan una medida, una, en la que favorezca a los de abajo, a los de a pie, la política por la que abogan o la perspectiva que quieren abrir mediante esa convergencia con el PSOE.

No lo vemos. Vemos en el PDNI una fuerza, no ya burguesa o procapitalista, sino tan antipopular, antiobrera, socialmente reaccionaria, atlantista y paneuropeísta como el PSOE, el PP, CiU, PNV, Unión Valenciana.

Sí, puede que sean «progres» en el aborto, o en algún tema así. El Sr. López Garrido creerá serlo con su defensa de la legalización del tráfico de drogas «blandas». La Sra. Almeida con una libertad sexual que a estas alturas no sabemos qué involucre.

Y es que ni siquiera en asuntos como defensa del medio ambiente o feminismo vemos que preconicen nada que proteja la vida de los de a pie, de esta generación y de las futuras. Su feminismo se limita a exigir porcentajes femeninos, por mor de una «acción afirmativa», cuando ello viene bien para meter a algunas dirigentes pedeneístas en las listas electorales. No les hemos oído defender el peculio de responsabilidad doméstica (que la sociedad retribuya a los miembros de uniones conyugales que, carentes de otra remuneración, dedican su actividad a las labores domésticas), ni un endurecimiento de las medidas para que los maridos separados paguen a sus ex-cónyuges e hijos las pensiones que legalmente les deben, ni una reforma del código civil que instaure la unión conyugal como una auténtica persona jurídica, protegiendo a la parte más débil (generalmente la mujer), o sea aquella que hace a menudo aportaciones al hogar con gran sacrificio y se ve perjudicada en caso de disolución de la unión.

Tampoco les hemos oído hacer llamamientos para una lucha contra las bandas de cabezas rapados, ni para una política de inmigración acogedora para con los refugiados del hambre de África y América Latina.

Ni siquiera en esos temas --que de suyo no entran en conflicto con el capitalismo, ni con el régimen dominante, ni con la orientación de nuestra burguesía en política internacional--, ni siquiera en asuntos así (ni tampoco en derechos animales, ni en nada) vemos a los pedeneístas tomar una posición que podríamos decir que signifique, de llevarse a cabo, un cambio para bien.

La unidad entre el PDNI, el partido comunista y las otras fuerzas que forman IU es, así, una aberración. No hay nada que una a unos y otros.

Si IU sólo pretende ser una fuerza con aspiraciones de encaramarse, donde pueda, a participar en el reparto del pastel (las suculentas comisiones que las empresas constructoras dan por las licencias municipales, regionales, etc; los pingües ingresos que se obtienen en cargos de entidades financieras semi-públicas; etc etc); si eso es así, entonces ¿qué más da quién esté en IU y quién no? Todo vale y todos valen.

Si IU aspira, no digo ya a poner fin al capitalismo, sino a, por lo menos, reformarlo en un sentido de atenuar algunas de sus más sangrantes injusticias, entonces es absurdo que el PDNI esté dentro de IU.

¡Que los líderes de IU no den por descontado nuestro voto a favor de tal formación en futuras elecciones si seguimos viendo en la coalición a la Sra. Almeida, el Sr. López Garrido y compañía! Los líderes de IU son muy libres para, según los estatutos de esa formación, proceder o no a las medidas que exige la abrumadora mayoría de la base de IU (o sea: que se llegue lo antes posible a un divorcio razonable para deslindar los campos y para que la formación que uno tiene que defender en público no tenga entre sus próceres a ensalzadores del neoliberalismo, maastrichtianos, personas que nos quieren quitar los pocos derechos laborales que tenemos, que nos quieren recortar las pensiones, que quieren darle al patrono el derecho de echarnos a la calle porque le da la gana con una indemnización ridícula o hasta nula).

Pero que sepan que, de no proceder a esas medidas, perderán credibilidad.

Hay que actuar con razón, con ventaja y con moderación. Sobra razón, y sobran razones. Se ha venido actuando con más que sobrada moderación. Hay que actuar con ventaja: tener tino y tiento para que lo inevitable llegue con el menor trauma posible, para que el divorcio sea, hasta donde se pueda, por las buenas, y para que la mayoría de la opinión no sea confundida (lo cual es dificilísimo dado que toda la prensa, radio y TV borbónicas apoyan a grito pelado al PDNI). Hay que intentarlo.

Pero que sepan los líderes de IU que su margen de maniobra es reducido; que hay exasperación e intranquilidad en la base; que la gente no es tonta; que la gente se da cuenta de qué posiciones sociales y políticas defienden Doña Cristina Almeida, Don Diego López Garrido y compañía; posiciones en las antípodas de todo aquello a lo que aspira un progresista.

El tiempo no pasa en balde.


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