M. A. BASTENIER Y EL PODER DE LA DESINFORMACIÓN

por Luis Alberto Matta Aldana[Nota 7_1]

EL PAIS, diario español considerado uno de los más importantes periódicos de habla castellana, ha dedicado importantes espacios tanto de opinión como de noticias en los últimos días a Colombia.

Entre otros columnistas, han desfilado por sus páginas el exconsejero de paz del último gobierno el Sr. Daniel García Peña, el expresidente que ahora reside en España Sr. Ernesto Sampér Pizano y M. A. Bastenier, este último un conocido y «prestigioso» periodista español.

García Peña y Sampér Pizano en sendos artículos lavan su deteriorada imagen, proponiendo las formas más adecuadas para administrar la crisis y «salvar a Colombia», inclusive condenando la violencia, la corrupción y el neoliberalismo económico que apuntalaron en su fatídico periodo de gobierno.

Bastenier, haciendo gala de un gran conocimiento acerca de la realidad de nuestro país, opina libremente de cuanto tema quiere, especialmente del conflicto social y armado que vive este país latinoamericano; lástima que sean tan desafortunados sus artículos, cuando no tan ajenos a la realidad y a la historia de los sucesos sociales y políticos de Colombia. Para no pensar que existe mala fe en lo que escribe, cabe la posibilidad de la ignorancia y en algunos casos, la obsecuente defensa de uno de los sectores que participan en este conflicto, opción por demás válida, pero que lamentamos profundamente sea desfigurando la realidad.

El pasado miércoles 30 de diciembre bajo el título «Paz colombiana» en poco más de media página apareció publicado un artículo suyo en la importante sección de opinión, reservada para el análisis de temas trascendentales especialmente del ámbito internacional; Bastenier creyendo aportar elementos de comprensión a la opinión pública en cercanías del probable proceso de diálogo que se avecina, incurre en errores como este: «Cuando hace unos años el M-19 se desarmó para convertirse en partido político, la Unión Patriótica, se inició la caza del revolucionario converso y cayeron 3.000 asesinados...» (párrafo 15) Garrafal equivocación Sr. Bastenier, la verdad es que la Unión Patriótica nace como producto de los acuerdos de paz entre las FARC y el gobierno de Belisario Betancur en 1.985.

En el mencionado artículo aparece en forma recurrente y manida el problema de los cultivos ilícitos, siendo esta cuestión un tema de inobjetable importancia; lo delicado del asunto es el análisis sin profundidad social, pues no aparece para nada el tema de la reforma agraria que pide a gritos el campo colombiano, el problema de la colonización campesina, la ausencia de garantías y posibilidades reales para la diversificación de cultivos y menos aún que esta es una problemática cuya solución debe ser multilateral y principalmente de los países consumidores; veamos el párrafo 7: «A ello hay que añadir que éste no es ya el tiempo de los marxismos que campan por el monte; que el cuartel de Moncada, al igual que el palacio de invierno, son hoy piezas de museo, y que Washington, engolosinado con el posible fin del negocio de la droga, parece dispuesto a echar toda la carne en el asador hasta negociar incluso con la guerrilla para garantizar los posibles acuerdos, así como sufragar buena parte de los gastos que ello comporte a Bogotá, en el convencimiento siempre de que acabar con la coca es lo mismo que hacer la paz con las FARC, porque solo la guerrilla puede erradicar el cultivo del que hasta ahora ha vivido en un cierto esplendor forestal».

Más adelante en el párrafo 20 Bastenier agrega: «Destacados violentólogos colombianos sostienen que la hora de la verdad llegará cuando a esa paz se le ponga un precio que hayan de pagar muy directamente las grandes fortunas de este país, pese a todo grande; y que un día las FARC pueden pedir en la síntesis general de la paz que se le entreguen fajos de acciones de las principales compañías de Colombia, públicas y privadas. Y eso no son utilidades, sino patrimonio.» Con su texto, Bastenier deja entrever que la lucha guerrillera en Colombia tiene como propósito, alcanzar la posibilidad de que los guerrilleros sean accionistas en los monopolios económicos; lástima que su fuente de información sea tan precaria, pues hasta el más desprevenido poblador ha oído al menos una vez, que se discuten diversos temas, entre otros, el manejo responsable de los recursos naturales, la democratización del régimen político, la generación de nuevas vías de participación ciudadana más allá de lo electoral, el respeto a los derechos humanos y sus defensores, el fortalecimiento de la justicia, la reforma agraria, garantías para el retorno de por lo menos un millón de desplazados internos, el desmantelamiento de las redes de asesinos llamadas eufemísticamente convivir o paramilitares, el desempleo, el modelo de desarrollo económico, la soberanía y otros más.

No obstante al parecer nuestro amigo Bastenier no ha tenido a su alcance ningún medio de información más allá de los comunicados que emiten las Brigadas del Ejército, porque inclusive la misma presidencia ha admitido en boca de su actual consejero para la paz, que la solución del conflicto armado pasa por una transformación real de la situación socio política y económica del país. No obstante insiste en que el problema es la guerrilla: «Colombia no está condenada a ser un moridero. El próximo 7 deberá comenzar, por ello, un camino de liberación que hoy llamamos proceso de paz». Afirma en el cierre de su fatal artículo.

Hace pocos días en otra de sus publicaciones, rotuló a Carlos Castaño al parecer el extinto jefe de las asesinas redes paramilitares, con el remoquete de ser «un Robin Hood de la derecha»...? No se trata de defender a la guerrilla, pero tan poco se puede ser tan despistado, frente a un sujeto que tiene en su contra más de 30 órdenes de captura, no precisamente por robar comida para dársela a los pobres, sino por más de 90 pavorosas masacres contra centenares de inermes campesinos y humildes pobladores de zonas marginales en los centros urbanos acusados de ser cómplices de la guerrilla, aplicando la estrategia contrainsurgente de «quitarle el agua al pez»; así mismo a los grupos paramilitares que él dirige se les acusa además de llevar a cabo por lo menos 20 asesinatos selectivos contra importantes defensores de los derechos humanos en Colombia.

Claro, Bastenier ya es un experimentado confundidor, y un especial opositor a la actual voluntad de paz del presidente Pastrana Arango y si no, basta leer el extenso artículo de 3 páginas en la separata especial del domingo 1 de noviembre de 1.998 que también publicara el diario EL PAIS. Para este analista europeo la guerrilla es una especie de falange millonaria y los diálogos que impulsa el presidente son una derrota para el Estado.

En un aparte del citado artículo, refiriéndose a la insurgencia y al Comandante guerrillero Marulanda Velez, cita al actual Ministro de Defensa y dice: «La dirigencia se ha hecho rica, ingresa más de 1.000 millones de pesos diarios (100 millones de pesetas) por la coca y un 30% ó 40% además de esa suma, producto de la extorsión y el secuestro, y quiere convertir ese activo en una vida muelle en la ciudad, lejos de las montañas. Marulanda (Tirofijo), ¿opíparo rentista de la tercera edad?». Este periodista desconoce que la gran mayoría de laboratorios para la producción de coca funcionan ahora en las grandes ciudades, cuando no en las áreas densamente militarizadas y bajo el control paramilitar, y que inclusive se han encontrado grandes alijas de coca y heroína en aviones de las Fuerzas Aéreas de Colombia en el aeropuerto de Miami, en lo que ahora se conoce como el cartel azul.

Se nota en la pluma de Bastenier el enorme resentimiento contra un probable proceso de paz en Colombia, y no escatima en epítetos y acusaciones, quizá con la intención de ahogar en un océano de mentiras el interés creciente de la opinión pública Europea, a favor de una solución política del conflicto social y armado más antiguo de América Latina, respaldo que va en aumento por parte de la Comunidad Internacional, pese a la desinformación y a los intensos esfuerzos de sectores enemigos de la convivencia y de los derechos humanos, por apagar las pequeñas cejas de luz, que iluminan el horizonte colombiano.


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