NUEVO DESORDEN INTERNACIONAL

Las bombas y los misiles de la OTAN que caen sobre zonas densamente pobladas de Yugoslavia y de su propia capital, Belgrado, constituyen un acto incalificable de salvajismo internacional que debe ser condenado.

Se trata de un hecho criminal e ilegítimo que persigue fines imperialistas de dominación pero que en realidad demuestra la incapacidad del capitalismo globalizado para resolver los problemas de esa región como de parte del mundo.

La política intervencionista de la OTAN, y particularmente de los Estados Unidos y Alemania, se viene produciendo desde hace tiempo. Ellos alentaron los «nacionalismos» para desmembrar Yugoslavia, pero ahora Croacia, Eslovenia y Bosnia son más dependientes que nunca de las potencias capitalistas. Éstas jamás defendieron el derecho de autodeterminación de ningún pueblo y no lo hacen ahora con los albano-kosovares. Sólo persiguen utilizarlos para instalar allí su dominio político, económico y militar.

Con el antecedente nefasto de los acuerdos de Dayton, que sellan la presencia de los EE.UU. en los Balcanes, se busca imponer la propuesta sostenida por la diplomacia de Washington en las negociaciones de Rambouillet: la instalación de más de 25.000 efectivos de la Alianza Atlántica en la provincia de Kosovo. Tal proposición fue aceptada por el «nacionalista» denominado Ejército de Liberación de Kosovo, estructurado, financiado y pertrechado por Alemania y ahora pretende ser implementada con el anunciado ingreso por tierra de las tropas de la OTAN.

En complicidad con la agresión bestial y el intervencionismo se encuentra el gobierno de Menem quien, con la solidaridad de la Alianza radical-frepasista, es hoy un aliado extra Otan de los EE.UU.

La progresiva desarticulación del proyecto socialista inicial de los heroicos partisanos antifascistas yugoslavos, que entre otras cosas permitiera la unión internacionalista de los distintos pueblos eslavos del sur, debilitó las energías del país que quedó, como otros, sometido luego a las consecuencias de la frustración de la transición socialista en el Este europeo.

La pérdida del proyecto que conjugaba el socialismo con la defensa patriótica, la generación de una burocracia política alejada de las masas y los enfrentamientos alentados entre distintos pueblos y etnias, facilitaron las condiciones para que sobre Yugoslavia pudieran ejercer fuerte presión distintos proyectos de dominación.

Así, desde Berlín, se retorna al viejo proyecto hitleriano de la Gran Alemania. Lograda una hegemonía sobre, Austria y luego sobre Eslovenia y Croacia, con vistas a lograr una salida al Mediterráneo, la desmembración de Yugoslavia constituye un eslabón principal de su estrategia.

Por otra parte, en una Europa que acaba de implantar el Euro sobre bases perjudiciales para los pueblos, pero con cierta capacidad de competir con el dólar, los EE.UU. buscan posicionar su presencia hacia el nuevo milenio. Contando como aliado principal a Tony Blair, quien así demuestra los verdaderos alcances de su tercera vía, logra incorporar a la OTAN tres países del Este como Polonia, la República Checa y Hungría y ahora impone su condición de única superpotencia global encabezando el grupo de países que agreden a Yugoslavia, pasando incluso por encima del ya bastante antidemocrático Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

La OTAN se transforma así en el brazo militar de un poder mundial económicamente compartido por las transnacionales de EE.UU., Europa y Japón, pero militarmente hegemonizado por los EE.UU., lo que coloca políticamente a este país en la vanguardia del capitalismo mundial. El nuevo rol de la OTAN y la relativización de la ONU son expresión de las necesidades de la creciente agresividad imperialista que se verifica con los ataques a Irak, la agudización del bloqueo a Cuba y otras agresiones contra los pueblos.

La intervención y probable invasión a la Nueva Federación Yugoslava forma parte de las estrategias de los comandos del capitalismo mundial, pero los que pagan las consecuencias son los pueblos, ya sean albano-kosovares, serbios u otros. La agresión no viene a defender la autonomía o la independencia de Kosovo ni puede justificarse por las violaciones a los derechos humanos que pudieran existir y que se producen en gran cantidad de países del mundo, casi todos ellos aliados de los EE.UU. O ¿qué ocurre, si no, en Turquía, integrante de la OTAN, cuyo gobierno reprime salvajemente a su pueblo y al pueblo kurdo y mantiene miles de prisioneros políticos, entreellos al dirigente del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, Abdullah Öcalam?

Particularmente grave es la situación en que ha sido colocado nuestro país dada su condición de aliado extra OTAN. Es el resultado de las permanentes políticas de subordinación de los gobiernos civiles y militares, que padecimos y padecemos, a las determinaciones de la política de los EE.UU.

Como señala Izquierda Unida, ello se expresa ahora en la disputa que se establece entre el PJ y la Alianza sobre quién es más confiable y conveniente a los intereses del Pentágono y el Departamento de Estado, del FMI y el Banco Mundial.

Se torna imprescindible promover la solidaridad con los pueblos balcánicos y el rechazo a la agresión imperialista exigiendo la ruptura de la alianza extra OTAN y de todos los lazos militares con el imperialismo.

En verdad, una política de esta naturaleza sólo podrá ser impulsada consecuentemente por la unidad de las fuerzas que en nuestro país bregamos por la liberación nacional y social.

En estos temas de romper las ataduras de la dependencia a que nos somete el modelo y de la construcción de políticas alternativas sucede lo mismo que con la defensa de la inmigración o con la lucha contra las privatizaciones que fuera potenciada por la crisis de Edesur. Se requiere avanzar en la constitución de un movimiento popular autónomo y de una fuerza política alternativa capaz de dar carnadura y cauce político a cada demanda popular, a cada exigencia de la situación.

Ahora, la complicidad con la agresión a Yugoslavia pone en el centro de la escena pensar un plataforma de política exterior de la izquierda y de las fuerzas populares, apuntada a reforzar las definiciones, los debates y la unidad.

Partido Comunista en Izquierda Unida


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