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MOVILIZACIÓN ELECTORAL DEL PUEBLO SOVIÉTICO

Manuel Izquierdo, El Sol, 15-1-1938

reproducido Crónicas Internacionales-I. Artículos publicados de 1937 a 1938 en los diarios, EL SOL, MUNDO OBRERO, etc. Ediciones Endymion, Madrid, 1997


Reproducido aquí gracias al amable permiso que nos ha otorgado (con fecha 30 de noviembre del 1999) la casa publicadora, Ediciones Endymion S.L. (calle Marqués de Santa Ana 4, 28004 Madrid;
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Director de ESPAÑA ROJA
La Constitución estalinista atrajo sobre el País del Socialismo, al ser promulgada, las miradas de todos los trabajadores y antifascistas del mundo. En su articulado se consagraban las conquistas revolucionarias logradas por los obreros y koljosianos de la URSS a través de largos años de guerras contra los intervencionistas y de esfuerzos en el campo del trabajo.

Entre la democracia burguesa y la democracia revolucionaria, cuyo más alto exponente es la existencia de la Unión Soviética, hay diferencias notables. En aquélla, cuantos derechos se reconocen en el papel están negados por los privilegios económicos de las clases semifeudales y capitalistas; en la URSS, la democracia y los derechos de cada ciudadano se hallan basados y encuentran su garantía más firme en la inexistencia de clases antagónicas. La democracia no es en la URSS una ficción como era en España en tiempos de la Monarquía, en que el caciquismo más arraigado imposibilitaba toda expresión de la voluntad popular. La Constitución estalinista ha sido hecha con vistas a la práctica, con vistas a atraer de un modo efectivo y real a toda la población a la resolución de los problemas públicos.

Ahora van a celebrarse en el país hermano las elecciones al Consejo Supremo. Ciento setenta millones de personas se han movilizado ya para elegir los candidatos y para defender su elección. Desde los dieciocho años, hombres y mujeres, obreros, koljosianos y miembros del Ejército rojo, se disputan el honor de patrocinar en sus listas los nombres más preclaros del movimiento proletario soviético e internacional. Por medio del sufragio directo, universal, igual y secreto, un pueblo gigante, que ha alcanzado un bienestar desconocido hasta hoy en la historia, y unos dirigentes que han conducido a su patria a este magnífico resultado, van a contrastar su identificación.

La URSS, que ha practicado en una escala importante la solidaridad hacia nuestra causa durante todo el curso de la guerra, merece la simpatía de todos los españoles. Y ante su campaña electoral, ante la movilización que sus ciudadanos realizan para elegir su organismo gubernamental supremo, trabajadores y combatientes de nuestro país han de renovar su confianza en la democracia.

Dieciséis meses de guerra han asolado y destruyen hoy todavía nuestros campos y ciudades. Tenemos, pues, como objetivo principal, derrotar al fascismo con las armas. Pero si hechos tan importantes y experiencias políticas tan interesantes como la movilización electoral soviética nos suministran algunas enseñanzas, debemos utilizarlas. La democracia española, por la cual luchamos y en la cual vivimos, es fuerte también como la soviética. Como en la URSS, en España es el pueblo la fuente de poder y de victoria.

En la lucha antifascista, frente a los invasores y asesinos de Europa, ha dado muestras nuestro país de ser un ejemplo grandioso para el mundo. La epopeya de las armas republicanas ha hecho un poco en la consolidación de las posiciones de la paz y de la libertad del mundo. Dar a los trabajadores y partidarios del progreso de otros países el ejemplo de libre juego de nuestra democracia, sería tanto como presentarles la prueba de los frutos obtenidos a costa de torrentes de sangre. Sería también para las masas que gimen bajo el yugo fascista una llamada al combate por su libertad y por la conquista de su propia democracia.

Manuel Izquierdo, El Sol, 23-11-1937


EL PRIMER PARLAMENTO ESENCIALMENTE DEMOCRÁTICO

La Unión Soviética ha puesto en vigor la Constitución staliniana. Después de las elecciones celebradas en el mes de diciembre pasado se ha reunido el Consejo Supremo, que lo forman hombres de ciencia, dirigentes de la clase obrera, stajanovistas meritísimos, soldados y jefes del Ejército rojo, así como un gran número de mujeres destacadas en la creación de la nueva vida socialista.

No se reúne el Consejo Supremo de la URSS con una perspectiva de catástrofe interior próxima a ser provocada por la reacción del país, como lo hizo el Parlamento español en los primeros meses de 1936, o como sucede actualmente en Francia. El Consejo Supremo de la URSS tiene en cuenta, al abrir sus sesiones, la lucha que habrá de ser continuada contra saboteadores y espías que en los centros vitales de su vida económica, política y militar trabajan por cuenta del fascismo extranjero. Pero los diputados que deliberan actualmente en los salones magníficos del Kremlin pueden mostrar con orgullo el balance de la lucha que durante veinte años ha sostenido el pueblo soviético contra sus antiguos explotadores. La reunión del Consejo Supremo de la URSS constituye la afirmación elocuente de que la vía seguida por el país del socialismo en los años pretéritos ha sido la que únicamente podía conducirlo a la victoria definitiva.

Merced al espíritu democrático --democrático para el pueblo-- que al Poder soviético ha animado siempre, pudo triunfar éste en no importa qué circunstancias. En unas fue capaz de consultar a los trabajadores, a los soldados y a los campesinos acerca de los problemas decisivos de la guerra civil y de la intervención. El país, a través de los delegados a los Soviets, dio su opinión, que siempre fue justa y acertada. Hoy, en las condiciones de victoria completa del socialismo, sabe también el pueblo llevar al Consejo Supremo de la Unión a sus mejores hijos, capaces, como en diferentes terrenos han demostrado hasta hoy, de llevarlo a más amplias y resonantes victorias.

Estos son los resultados de una auténtica democracia. Frente a ella extienden sus trágicas perspectivas los países que --debido a la debilidad de los hombres que los dirigen-- no saben aplicar el verdadero espíritu de la libertad a cuantos problemas suscita la gobernación de un Estado. Puede ser éste el caso del Gobierno francés últimamente dimitido por querer aplicar los mandatos de las doscientas familias de los potentados y desoír en cambio los clamores de justicia de millones de trabajadores de la ciudad y del campo.

Nuestro pueblo ha acogido con gran entusiasmo, primero, los resultados electorales de la URSS, y ahora, la reunión del Consejo Supremo. Cada combatiente, cada trabajador, cada antifascista, sabe que España debe a los países de la Unión Soviética, además de un eterno agradecimiento por su inconmensurable ayuda, enormes enseñanzas para utilizar al servicio de la victoria de la República. La que hoy nos proporciona la reunión del Consejo es ésta: ante las dificultades o en condiciones favorables, en la guerra y en la paz, el pueblo debe decidir. Solamente él acierta siempre. Sólo él tiene derecho a hablar, y cada demócrata ha de obedecer sus mandatos.


Manuel Izquierdo, El Sol, 15-1-1938

Manuel Izquierdo, Crónicas Internacionales-I. Artículos publicados de 1937 a 1938 en los diarios, El Sol, Mundo Obrero, etc. Ediciones Endymion, Madrid, 1997





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